Para evaluar se necesitan datos que después se tendrán que analizar, y finalmente tomar decisiones (para regular o para cualificar). Los datos pueden recogerse con o sin instrumentos:

Pueden recogerse sin instrumentos y en este caso son datos a los que no se puede retornar, tanto para analizar de nuevo como para compararlos con los finales. Sin embargo son muy importantes porque posibilitan tomar decisiones en el mismo momento en que se hace la acción. La mayoría de datos que se recogen en el aula son de este tipo.
Se recogen a partir de observaciones no sistemáticas sobre cómo se realizan las actividades en el marco de pequeños grupos o sobre la participación en conversaciones. Recogen ideas que se expresan y maneras de hacer, la actitud, la expresión corporal, la participación… Son aquellos datos que visualizamos cuando pasamos por las mesas y vemos qué producen, cuando observamos sus caras… e incluso, los que los mismos alumnos perciben cuando interaccionan entre ellos. Estos datos se pueden compartir por medio de notas adhesivas en un mural (post-it), ‘relatogramas’ o de otros procedimientos, aunque normalmente no se materializan.