Teresa Pigrau. Neus Sanmartí



En el momento actual, la finalidad o el «para qué» se relaciona, como se ha dicho, con la visión competencial del currículo, es decir, con el desarrollo de la capacidad para actuar en un contexto socialmente relevante y aplicando conocimientos significativos . Por lo tanto la finalidad de la enseñanza de las ciencias va más allá de sólo recordar, identificar o definir, ya que el alumnado deberá posicionarse en situaciones concretas a partir de movilizar de manera interrelacionada saberes muy diversos.
Este «para qué» nos marca el objetivo o competencia científica global que se querría que el alumnado lograra a partir de la realización de diferentes actividades de aprendizaje, y se relaciona con la toma de decisiones, el análisis crítico, el argumentación, la evaluación y, en general, la actuación en el marco de contextos o situaciones a menudo socialmente controvertidas (de educación ambiental, para la salud, tecnológicas y de ciudadanía en general). También hay que remarcar que el objetivo de aprendizaje debe incluir la transferencia de conocimientos, a fin de que el alumnado sea capaz de actuar en otras situaciones distintas a las analizadas en el contexto seleccionado para aprender.