Introducción

Teresa Pigrau, Neus Sanmartí

Enseñar y aprender ciencias es una actividad compleja y requiere aplicar y poner en relación diferentes campos del saber, más aún en el momento actual en el que hay un acuerdo en todo el mundo de plantear los currículos en el marco de un paradigma competencial. Como decía Rosalind Driver, una pionera en la investigación en didáctica de las ciencias, no se pueden transmitir conocimientos como si fueran porciones. Lo único que se puede hacer es plantear actividades para que los estudiantes actúen y puedan aprender en función de su situación personal. Pero, ¿qué es importante que los jóvenes sepan, valoren y sean capaces de hacer en situaciones donde la ciencia y la tecnología tienen un papel importante? ¿Cuáles son los conocimientos que debe aprender el alumnado en el contexto social, cultural y personal actual? Cómo deben ser las actividades de enseñanza para que realmente promuevan estos aprendizajes? ¿En qué orden hay que aplicarlas?

En este documento se quiere ir respondiendo a estos interrogantes a partir de profundizar en los diferentes aspectos que conforman la actividad científica escolar y su relación con las diferentes dimensiones de la competencia científica. En especial, se quiere incidir en cómo la evaluación, entendida como regulación en interacción, puede favorecer el proceso de aprendizaje.

Los alumnos sólo aprenderán si tiene sentido para ellos y ellas todo lo que se hace, se habla, se escribe, se lee, se piensa o se valora en la clase de ciencias, es decir, si son protagonistas del trabajo que se hace en el aula y se les da voz. No basta, por tanto, que el maestro dé a conocer términos científicos mediante definiciones, ni que haga repetir explicaciones teóricas de libros o expresadas por él mismo sobre cómo es el mundo y cómo funciona. Las «entidades» científicas, las teorías y las fórmulas que se puedan aprender responden a un objetivo: explicar algún fenómeno, predecir qué puede pasar, controlar y mejorar un proceso, justificar la toma de decisiones para alguna actuación, etc.

Para poder promover estos aprendizajes, este documento propone un camino o proceso fundamentado en la investigación en didáctica de las ciencias. Actualmente no tiene mucho sentido creer que la teoría no es útil y que sólo con la propia experiencia se puede dar respuesta al reto de conseguir que la gran mayoría de los chicos y chicas aprendan una ciencia que sea significativa (en relación al conocimiento científico actual) y relevante socialmente (que oriente la actuación en relación a los problemas de la sociedad) y, al mismo tiempo, disfruten de este aprendizaje.